A lo largo de los años,
he dado mil tropezones
de diferente tamaños
y por distintas razones.
Tropecé en mi niñez
por un deplorable engaño.
(cuento la primera vez)
que tuve un gran desengaño:
Enfermé de gravedad
por contagio irreversible,
ocultado por maldad,
a sabiendas, lo increible.
Fueron meses de tortura,
de enfermedad contagiosa,
excesivamente dura,
larga y vertiginosa.
Después, seguí tropezando
con la falsa amistad,
por consiguiente, penando
por la propia realidad.
Fue mas duro en el amor,
por creer lo indescriptible
el mas profundo dolor,
francamente destructible.
Casi siempre, estos descuidos
los va destruyendo el tiempo
y aunque sean aborrecidos,
se convirtieron en cuento.
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