miércoles, 7 de marzo de 2018

Cada día.

Despierto al amanecer
y espero la luz del día,
es sumamente un placer
que me enerva de energía.
Mas tarde, voy observando
sus rayos y sus reflejos
o las nubes incrustando
su color en los espejos.
En una u otra ocasión,
mi alma se va acoplando
al tic tac del corazón,
que es el que se va alegrando.
Todos los días son iguales,
repletos de sensaciones,
en pautas muy casuales
y en diferentes versiones.
Son madrugadas dichosas,
que dan largas a mi vida,
como el olor de las rosas
y su esencia esparcida.

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