Estoy en la cafetería
observando a los presentes,
casi todos, yo diría
que, simplemente, son clientes
de ida y vuelta nada más;
se toman su desayuno
y salen a todo gas
y no conozco a ninguno.
Yo, leyendo La Vanguardia,
me informo sin detenerme,
pero no bajo la guardia,
a pesar de entretenerme.
Llegan ya mis amistades,
(yo suelo ser la primera)
que son de varias edades,
mi familia verdadera.
Soy yo la mas longeva,
quizás por eso me adulan
y también por eso deba
agradecerles que acudan.
Paso un rato agradable,
con nuestras peroratas,
intervengo si es probable,
para enjuiciar las erratas.
Agradezco estos momentos,
que son, del día. los mejores,
todos salimos contentos
aprobando los valores.
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