Mi palabra es coherente,
tiene su significado,
mi contacto con a gente
no tiene nada amañado.
Procuro ser muy corriente
con el presente y futuro,
no tergiverso el entente,
parezca o no desgraciado.
La ordinariez, me aburre
y las palabas soeces,
eso, a mí no, se me ocurre,
porque las odio, con creces.
Aprendí la urbanidad,
igual que la cortesía,
derechos de amenidad,
que las uso día, tras día.
Y supieron cultivarme
con las letras y las ciencia
hoy, ya, supe olvidarme,
por los años y demencias.
Aún así, mi vida es culta,
aprendí a no ser grosera,
aunque, ahora, esté oculta
la mitad de lo que fuera.
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