En mi vida, no había visto,
con noventa y siete años,
y son muchos los que disto,
estos lúgubres escaños
de lluvia, viento y frío,
que laceran mi vivencia
con un excesivo brío.
sin ninguna competencia.
El viento sopla a mansalva,
al lado de fuerte lluvia,
un desastre que se labra
cuando las calles inunda.
Transitarlas, imposible
porque vuela el bastón,
todo se hace invisible
hasta un triste tropezón.
Un día, es peor que otro,
su oscuridad me preocupa,
porque cada día es mas corto
y no se ve, ni con lupa.
El ánimo lo corroe
y lo sitúa bajo cero,
es lo que ocurre hoy,
que es mas duro que el acero-
Hasta en casa estoy temblando,
puesta la calefacción,
sentada como andando.
¿Será, solo, una obsesión?
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