Hoy, me vino a la memoria
los cuentos que me contaba
mi padre, que hacían historia,
porque amor me regalaba.
De niña, me acostumbraba
a relatarme algún cuento,
dulce, que me deslumbraba
incluso, su sentimiento.
Siempre, después de la cena,
mi ilusión se lograba,
empezó en una quimera
que, a otro día, continuaba.
Asimilaba el relato,
que siempre me agradaba
y, aunque duraba un rato,
a otro día continuaba.
Alguna vez, era triste,
como el del "pobre negrito"
que lo lloré, con despiste,
eso no estaba previsto.
Para mí, lo principal,
era estar con "mi papa",
con un amor sin igual,
esperando "su maná"
Lo aceptaba con anhelo,
con un cariño inaudito,
incluso, hasta con celo,
mi placer era exquisito.
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