Estos días, en mi retina,
estará la misma imagen,
la que ha sido mi vecina,
no creo que otras encajen.
Silencio en grado sumo,
porque en la actualidad
no se percibe ni el humo
de la mirra, en realidad.
Ni el aliento se asemeja
a aquellos sufridos años;
era una ardorosa queja
que marcaba los escaños.
Las calles estaban llenas
de personas religiosas
y totalmente ajenas
a diversiones ociosas.
Todo era serenidad,
con los mismos pensamientos,
sin limitar nuestra edad
para ver "los monumentos".
Que eran varios, en total,
llenos de Dios y de paz,
un seguimiento ancestral,
religioso y capaz.
Fluían los sentimientos
al unísono, a la vez,
!que bonitos los momentos
de unidad en solo un Ser!!!
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