¡Cómo recuerdo aquel día!
que en el autobús viajamos,
cuando no te conocía,
ni tú a mí y nos miramos.
Tus ojos verdes, clavados
en mi retina, constantes.
Los míos, quizá, extrañados,
se mostraron vacilantes.
Al fin, llegué a mi destino
y a la puerta me acerqué,
para coger mi camino
y, entonces, me percaté
que tú, también, te acercabas.
¿Baja usted? le pregunté
y tú, así me contestabas:
"Si usted baja, bajaré"
Y así lo hicimos los dos.
Yo, "muy digna", me alejaba,
hacia mi destino, en pos,
mas, el, se me acercaba
y me pidió, por favor,
que, un rato, me detuviese
Así lo hice, en su honor,
para que fuerte me viese.
A sus ruegos, me negué,
aunque el corazón latía.
Sin más, yo me alejé
y así acabó aquel día.
"Como el mundo es un pañuelo",
días después, nos encontramos,
sin preverlo, fue un consuelo,
pues, los dos, no alegramos.
Así fue, que dialogamos,
sobre su vida y la mia
y, al final, encontramos,
una magnifica vía.
En el autobús, Cupido,
su flecha nos introdujo
y, ambos, hemos esculpido,
un andar, lleno de lujo.
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