martes, 25 de noviembre de 2014

Ofuscación.

Tus reacciones, tu forma de sentir,
esos "castillos" que tu mente ofuscan
y te causan un intenso sufrir,
a mi me asustan.
Son tus dudas, tu intranquilidad,
esos recelos que, de mi, tu tienes
y que se alejan de ala realidad,
los que me hieren.
Y tus lágrimas, tu eterno padecer,
por simples causas, que, a los dos, conciernen,
por tu sensible modo de querer,
a mi, me duelen.
Sin embargo, cuando te veo contento
y esa alegría la vuelcas hacia mi,
sin pronunciar, ni siquiera, un lamento,
yo, soy feliz.
Si tú me quieres y te quiero yo,
si no hay motivos para estar celosos,
dime que tu amargura se acabó.
¡Sintámonos dichosos!

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