Los años, acumulados,
como su nombre indica.
a todos nos clasifica,
quizá, como jubilados.
Se anhela, fervientemente,
ser libre, no estar atado,
a un trabajo, que ha amparado
su vivir, honestamente.
La libertad conseguida,
en principio, la disfruta,
elige su propia ruta,
pero se cansa, enseguida.
Se tiene que organizar,
en tiempo, en diversión
y, en cualquier ocasión,
titubea por encontrar
otro estado, otro aliciente,
que pueda perpetuar,
en su estilo y, a la par,
con su edad y con su ambiente.
Y avanzas, al madurar
en la paz y en la conciencia,
hasta encontrar la vivencia,
más tranquila, en avanzar
hacia otro lustro, en edad,
que nos resta movimiento.
Ha llegado otro momento,
de paz, de tranquilidad.
Siempre, con una sonrisa,
que nos haga atravesar
un túnel, en nuestro andar,
más despacio, o más deprisa.
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