Aquella noche oscura, tenebrosa,
con el viento rugiendo, atronador
y la luz tenue, a nuestro alrededor,
fue para mi, quizás, la más hermosa.
Abrazada a tu cuerpo, ruborosa,
sentí una fuerza inmensa, en mi interior,
que nunca había sentido ,superior,
al frío de mi alma quejumbrosa.
Tus ojos, entreabiertos, me miraban,
con un brillo radiante, singular
y tus labios, candentes, susurraban
Un te quiero, te adoro, sin cesar,
que mis sentimientos enervaban,
lo mismo que las velas de un altar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario