El llanto de tus mejillas, me extorsiona,
como al junco lo lacera el viento.
Son lágrimas calladas, ni un lamento.
Tu decepción, el alma la pregona.
Ya se alejó de ti, ya no blasona
del amor que te dio, en un momento.
Ahora, lejos de ti, está contento
y tu corazón, noble, se emociona.
La elección la tomaste equivocada,
creiste en su palabra, en su lealtad,
sin sospechar de su traición fraguada.
Tu juventud, ignoró la realidad
y creyó sentirse bien amada,
cuando, en el fondo, era falsedad.
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