En un rincón, oriundo
de mi Andalucía hermosa,
en verano, llegó al mundo
una niñita preciosa.
Creció, siempre, saludable,
querida por mucha gente,
en un hogar envidiable,
lleno de amor el ambiente.
A discernir aprendió
el mal del bien, claramente,
así, ella se realizó
y vivió muy felizmente.
Le enseñaron, con dulzura,
a ser digna, a ser honesta,
que el mal produce amargura
y la virtud nada cuesta.
Tan bien esto le enseñaron,
una tras otra lección,
que, como hierro, grabaron
la bondad en su corazón.
Con gran naturalidad,
a todos favorecía
y su natural bondad,
sin saber, la repartía.
La maldad no concebía,
pues, como bien aprendió,
pecar más le costaría
y el buen camino eligió.
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