viernes, 22 de mayo de 2015

Delirar.

Estando en la templanza, yo deliro,
suavemente, en silencio profundo
y de sueños preciosos abundo.
En solo unos instantes, doy un giro.

Sumida en el letargo, no suspiro,
me hallo en otro sistema, en otro mundo,
mas cercano y estable, mas fecundo,
hasta que, brevemente, ya respiro.

Inerte en movimientos, sosegada,
miro al cielo de distinta forma,
no hay tinieblas, hay luz en mi mirada.

Todo está ajustado a mi horma:
 El alma está serena, alucinada
y un espacio entrañable, me transforma.


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