Hoy, voy a rememorar,
otra vivencia, surgida
de mi niñez, al azar,
que mi mente no la olvida.
Después de cenar, mi padre,
en el salón, se reunía
con mis hermanos, mi madre
y conmigo, día tras día.
Nos enseñó a valorar
el colegio, nuestros juegos,
queriendo preponderar
las ideas de nuestros egos.
Después, nos gratificaba
explicándonos un cuento,
que, a veces, no lo acababa,
quizá un cincuenta por ciento.
Lo dejaba, en el momento
mas tierno y divertido
y nuestro entretenimiento,
lo dejaba suspendido.
Al día siguiente, lo mismo,
venia la continuación
y, a todos, con optimismo,
nos llenaba de emoción.
Hasta que, al fin, se acababa
y otro volvía a empezar.
Tiempo y tiempo, duraba
y eso no podré olvidar.
Era tanta su paciencia,
su amor, su dedicación,
que os diré, en conciencia,
que no hubo otro corazón,
mas bueno, mas amoroso,
mas dulce e inteeligente
y ¿por qué no? tan jocoso.
¡El mejor, entre la gente!
*******
No hay comentarios:
Publicar un comentario