¿Por qué, otra vez, tropezar,
no he tropezado bastante?
Estoy triste, en este instante
¡Demasiados, en mi andar!
Una simiente busqué,
para que fruto obtuviera
que, con mi esfuerzo, creciera
y, con esmero, cuidé.
Me preocupé por su riego,
por su luz y por su abono,
para mí, era un icono
del placer y del sosiego.
Tanto y tanto la mimé
que su fruto empezó a dar,
era digna de admirar
y, absorta, la contemplé.
Su gran belleza irradiaba
y su brillo atraía,
hasta que llegó aquel día,
que alguien me la arrebataba.
Puse en ella, mi calor,
mi entrega, mi devoción.
Era toda mi ilusión,
toda mi entrega, mi amor.
¿Donde estarás, corazón?
Esa intriga, aún, me amarga
y de tristeza me embarga.
¡Ese es otro tropezón!
Solo dichosa sería,
si, ahora, el nuevo dueño,
pusiera fuerza y empeño
en seguir mi misma vía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario