sábado, 18 de julio de 2015

Senectud.

La senectud, la maldigo,
porque es cruel, a mi juicio,
aunque no lo sea conmigo
y mi entender, sea ficticio.
De momento, no he llegado
a esa realidad, tan cruda,
quizá, porque, aun, mi estado
no ha necesitado ayuda.
A la que yo me refiero,
está en fase terminal
y hablar de ella, yo quiero,
con juicio justo y cabal.
Necesitas que re vistan,
que te levanten y acuesten,
a todas horas te asistan
y sus cuidados te presten.
Eso, siendo afortunado,
si tu familia te ampara
y te sientes arropado,
porque valora y repara
en tus quejas cotidianas.
Aunque te quieren, molestas.
Hay que tener muchas ganas
de ayudarte, porque restas
libertad a sus acciones,
requieres dedicación,
en todas las situaciones
y pierden, a la sazón,
lujos y comodidades,
por cumplir con su deber,
por miedo de que te enfades,
o que te puedan perder.
Ahora, voy a referirme
a los que están desolados,
sin apoyo, flojo o firme,
tristemente abandonados,
sin compasión, sin cariño,
que anhelan, constantemente,
con la inocencia de un niño,
que Dios congele su mente,
que se acabe su vivir,
porque su vida, no es vida
y no dejan de pedir:
que se acerque su partida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario