Yo vivo despacito, sin apuro,
envuelta en una simple rutina,
que, inexorablemente, me domina
y me dominará, según lo auguro.
Es mi modo de hacer, el mas seguro,
de forma interesante y anodina,
que mi salud respeta y no mina
mi endeble corazón, ni lo torturo.
Si salgo de este mundo, en el que vivo,
en el que estoy tranquila y sosegada
y me sitúo en otro mas activo.
Me siento compungida, angustiada
y, sin saber por qué, siento el derribo,
de un alma envejecida y agotada.
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