miércoles, 16 de septiembre de 2015

A mi madre.

Cuantas veces, a solas, te llamo y pronuncio tu nombre, gritando.
pues, me encuentro muy triste y muy sola y consuelo yo siento, llamando.
¡Madre mía!, repito y repito y parece que escuchas, callando.
y con este silencio, yo siento que mi pena se va, ya, apagando
Pienso en ti, como nunca he pensado, tu recuerdo consuela mis penas,
pues, bien se, que me estás esperando y que, pronto, se acaba esta espera.
También, se que abogas por mi. No se donde, ni cuando, ni como,
pero, intuyo, que estás preparada y que intentas remediarlo todo.
Y segura yo estoy, madre mía, que si no consiguieras tu meta,
no sería porque no lo lo quisieras, sino porque imposible ello fuera.
Ese enigma, me preocupa mucho y quisiera poder entender,
que se esconde detrás de las nubes y el misterio poder resolver.
Aunque sigo obstinada, esperando que seas tu quien de un giro a mi vida,
pues,  mi alma, marchita y cansada, es la sola esperanza que abriga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario