El otro día, guarnecida,
en la pergola, frondosa
de jazmines, olorosa,
me sentí muy protegida.
El relámpago y el trueno,
hicieron su aparición,
con violencia y desenfreno,
cambiaron mi situación.
En mis ojos, ese ambiente,
las pupilas se nublaron
y mi angustia y subconsciente,
quizá, de miedo, temblaron.
En tan sombría situación,
tuve tiempo de enjuiciar
tan brusca contemplación
y como debía actuar.
Bajo troncos, escondida,
esperé lo inexplicable,
hasta que ya, decidida,
cogí lo mas razonable:
Emprendí rápida huida.
¿Pero, por que tanta espera?
¿Acaso, me vi perdida?
Sin duda, eso es lo que era.
Me mojé, como esperaba,
pero, esa lluvia calmo,
como elixir que brotara,
todo cuanto me enervó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario