De la inseguridad nace la calma,
dispuesta a madurar la paciencia,
con algo de ilusión y algo de ciencia,
para el gozo de nuestra propia alma.
En esta situación, también se empalma
la valoración de la conciencia,
que, "a priori" marca la inteligencia
de la mente, que se lleva la palma.
De esta combinación surge el placer
de vivir en la paz contemplativa,
solo con el motor del bien hacer.
Esquivando la parte negativa,
para después ya no retroceder.
Es mejor ser segura y decisiva.
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