Cuando hago evaluación
del espacio de mi vida,
llego a la conclusión
que no estuvo bien medida.
Hay muchos remordimientos
en todo, en el conjunto,
por no hacer bien lo debido
en muchos de mis momentos.
Me educaron de una forma
falta de la realidad
ignorando otra horma:
la de la ingrata maldad.
Siendo joven, no dudé
de nadie, en absoluto
y así lo asimilé
en todo, punto por punto.
Eso, me valió sufrir,
pues todo el mundo no es bueno,
y no supe distinguir
lo falso de lo ameno.
Y así fue, que me engañaron
en diversa ocasiones
incluso cuando "me amaron",
con máximas ilusiones.
Una de la oscuridad,
que mordió mi alegría
y hundió mi tranquilidad,
para dejarme vacía.
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