Una vez había hombre,
mentecato, empedernido,
para que no os asombre,
os diré que era entendido
en palaciegas rutinas,
por eso, se lo rifaban
las mocitas vespertinas,
para ver si le sacaban
esas clases anodinas.
Modos para ensalzarse
en su rango financiero
y también para educarse
y entrar en el palaciego.
Algunas, lo consiguieron.
machacando su versión
o, por lo menos, tuvieron
una buena diversión.
Atrajo hasta a los plebeyos,
con engaños manifiestos,
pero nunca fueron ellos
los que lograron efectos.
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