Aunque no debo quejarme,
pienso en un mundo mejor,
sin problemas, sin alarde,
donde se premie el amor.
Si miro a mi alrededor,
solo veo disturbios, quejas,
de lo malo, lo peor,
o lo tomas, o lo dejas.
Incluso, se ha abierto un odio,
muy difícil de calmar,
se ha magnificado un podio,
tan solo para enredar.
Todo es cuestión de reclamo,
de exigir lo que se quiere,
"arréglalo como amo",
o el incordio se reviene.
Es verdad que el descontento
está muy exagerado,
no veo a nadie contento,
todo el mundo está alterado.
La paciencia es un poder,
que es útil para cualquiera,
acéptalo sin querer,
si la furia lo exigiera.
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