Cuantas veces, he querido morir,
por causa de un amor ya fenecido.
Cuantas veces, me han conseguido herir
y cuantas, perdonarlos he sabido.
Siempre, me pareció la última vez.
No creí que podría, mi alma cansada,
reiterar mi perdón, con lucidez,
a pesar de quedar desconsolada.
Lo imposible, es posible, si se quiere.
Todo cae en el pozo del olvido
y, aunque quieras morir, nunca se muere.
¡Vivir, morir! Palabras que en mi oído,
se confunden, su eco no difiere.
¿Cual, de ellas, es mejor? No lo he sabido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario