"Erase, que se era":
un jardín, resplandeciente,
en aquella primavera,
hermosa y floreciente.
Todas las flores, brillaban,
al amparo de la luna
y, todas, nos inhalaban,
sus olores, una a una.
El jazmín, más oloroso,
nos ofrecía su fragancia.
El clavel, más ruboroso,
su donaire, su elegancia.
La rosa, encandilaba,
con su color, su donura
y el geranio, alababa
su abundancia, su frescura.
Todas, lucían su esplendor.
Sin embargo, la violeta,
escondida, con su flor,
se mantenía más discreta.
Aunque, humilde, su color,
atrevido y brillante,
con su singular olor,
se mostraba rutilante.
Ese día, embriagué,
mis sentidos. de belleza
¡Cuanto me regocijé!
¡Viva la naturaleza!
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