En un castillo, feudal,
enclavado en la costa,
en una riera, angosta,
desafía al temporal.
Entre torres, magistrales,
defendido por vigías,
de temple, todos los días,
con munición, a raudales.
Permaneciendo al abrigo,
de emboscadas y prever,
con arreglo a su deber,
la afrenta del enemigo.
Solo, se escucha el rugido,
ante el silencio, morboso,
de l,a noche, en reposo,
del viento, embravecido.
Y de las olas del mar,
al batir su blanca bruma,
sobre la playa, su espuma,
y el aliento, al respirar.
Visiones retrospectivas,
de aquel, lejano, ayer,
que conquistaba el poder,
bajo otras perspectivas.
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