miércoles, 28 de septiembre de 2016

Antaño.

En un castillo, feudal,
enclavado en la costa,
en una riera, angosta,
desafía al temporal.
Entre torres, magistrales,
defendido por vigías,
de temple, todos los días,
con munición, a raudales.
Permaneciendo al abrigo,
de emboscadas y prever,
con arreglo a su deber,
la afrenta del enemigo.
Solo, se escucha el rugido,
ante el silencio, morboso,
de l,a noche, en reposo,
del viento, embravecido.
Y de las olas del mar,
al batir su blanca bruma,
sobre la playa, su espuma,
y el aliento, al respirar.
Visiones retrospectivas,
de aquel, lejano, ayer,
que conquistaba el poder,
bajo otras perspectivas.

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