Si tuviera valor, hoy te daría
lo que siempre te has merecido
el desprecio que tanto he sufrido,
por tu enorme pasión de egolatría.
Te olvidaste de la vida mía,
oculta en un lugar perdido,
relegada a tu ausencia y al olvido
aún sabiendo que mucho te quería.
¿Qué mermó tu cariño y tu razón?
¿Fue el lujo o la triste avaricia
la que empañó mi noble corazón?
Me queda la esperanza y la ocasión
de que vuelvas a mí, por la codicia
del amor recibido, a la sazón.
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