La lluvia está ayudando
a calmar nuestra impaciencia,
el suelo se está mojando,
en signo de reverencia.
No nos invita a salir,
estamos mejor en casa
y podemos presumir
de que los campos arrasa.
Para la agricultura
es un bien muy deseado
y a nosotros nos depura
con su olor inesperado
de la tierra, ya mojada,
que arrastra la suciedad,
con su ardiente bajada
y ampara la sequedad.
Siempre será bien venida
y más en esta ocasión
de la España recluida,
que llora esta situación.
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