viernes, 11 de abril de 2014

A mi amiga Mari Carmen.

A ti, Mari Carmen, hoy,
te dedicaré unos  versos,
pues, como inspirada estoy,
aún, con lo mala que soy,
ahí van esos quintetos.

Siempre, has sabido enjuiciar
mis problemas, rectamente,
siempre, me has sabido dar,
cuando te he ido a consultar,
una respuesta consciente.

Si mis rimas te he mostrado,
han merecido tu elogio,
las has supervalorado,
convencerme has procurado,
que eran dignas de ese encomio.

Tu gran naturalidad,
es lo que, en ti, más valoro,
tu extrema feminidad,
acentúan  la calidad,
de ese, llamemos, tesoro.

No pretendo evidenciar,
con mi arenga, tu modestia,
tan sólo, quiero esbozar
tu imagen y resaltar,
parte, de lo que a ella, afecta.

Porque, si quiero decir
las virtudes que te adornan,
mucho tendría que escribir,
tardaría en llegar al fin
y, eso, la verdad, si importa.

Por tanto, ya lo esbocé,
si no con bastante acierto,
por lo menos, intenté,
de la manera que sé,
acercarme a lo correcto.

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