Si, nuestro corazón, siempre impaciente,
se estrella con la vida cotidiana
y, el inhumano trato con la gente,
nos ofende, a la vez que nos gana.
Adictos a un vivir más razonado,
más honesto, cabal y placentero.
nos parece, sin duda, flagelado,
por lo que nos creemos verdadero.
Porque, en el fondo, llevamos la verdad,
sinónimo de amor y de templanza,
orillando cuanto sea afinidad,
de la mentira y la desconfianza.
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