Hoy, para ti, quiero rememorar,
una fecha, del todo, memorable,
una fecha, que vino a comenzar
una vida, totalmente adorable.
Porque adorable fue tu nacimiento
y original la hora en que nacías:
se produjo, en el mismo momento,
en el que muere y nace cualquier día.
Recuerdo, como en sueños, que sonaron,
en un lugar cercano, campanadas,
las doce de la noche, se contaron,
en el feliz momento que llegabas.
De un día del mes de abril, primaveral,
que haciendo eco del deber que asume,
se rifaron las rosas de un rosal
y me tocó la de mejor perfume.
La que, en invernadero, coloqué,
temerosa de que se marchitase,
y todos los cuidados prodigué,
para impedir que no se deshojase.
Y, los días se fueron sucediendo
y, ella, expandió su olor embriagador.
Por todos los rincones que iba yendo,
apreciaron aquella sutil flor.
Quisiera verla, siempre, muy lozana,
que nadie se atreviese a deshojarla,
que no haya quien enturbie su alma sana,
que sepan, hoy y siempre, respetarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario