En el establo, escondido
un chiquillo, se hallaba,
bien peinado, bien vestido,
mas, su rostro, reflejaba,
una profunda tristeza.
Al verme, se estremeció
y, con signos de extrañeza,
entre sollozos, me habló:
"Estoy solo, me he perdido
y, por cansancio, agotado,
esta noche, aquí he dormido,
porque...¡estaba tan cansado!
primero, llamé a su puerta,
varias veces, hartamente,
pero, al no hallar respuesta,
me caí, seguramente.
No hace mucho, desperté
y, una vez, recuperado,
con paciencia, recordé,
lo que me había pasado.
Lloro, por doble motivo:
porque fui desobediente,
(un superego, excesivo),
y por no ser consecuente.
Esta aventura, vivida,
ha abierto mi corazón,
a la virtud, escondida,
que aflora, por la razón."
No hay comentarios:
Publicar un comentario