Sentada, en el césped de a vida,
me siento placentera, relajada,
con la luz de la tarde, en mi mirada,
que refleja un alma envejecida.
Asumo la sensación habida,
en mi mente tranquila, amparada
a toda sensación enajenada,
que implora, solo, paz sostenida.
El amor, me mueve intensamente,
con una apasionada fruición,
que revierte en mi subconsciente.
El, modera el tictac del corazón,
para sentirme viva y consciente,
en la vorágine de mi transacción.
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