Me saludó un amigo
que, años ha, no lo veía,
se desafió conmigo
a ver si lo conocía.
Tuve que dar muchas vueltas
hasta que supe quien era
y, después de las encuestas,
lo coloqué en mi esfera.
Un amigo entrañable,
de los pocos que tuviera,
tal vez, el mas agradable
y caballero fuera.
La diferencia de edad
estaba mas que patente,
fue una casualidad
encontrarnos frente a frente.
Como dos desconocidos,
viejo él y vieja yo,
estuvimos aturdidos,
mas, luego, nos alegró.
Recordar nuestras andanzas
de estudios y diversiones
y también de añoranzas,
fueron nuestras versiones.
Quizá, un adiós, para siempre,
fueron nuestros pensamientos,
pero gozamos, con temple,
nuestros exiguos momentos.
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