La mascarilla, me hunde
y necesito llevarla,
por sistema, se difunde
y yo exenta de enseñarla.
Mi corazón la rechaza,
como preludio de muerte,
sin embargo, será baza
para unirme con la gente.
Por consiguiente, la llevo
y la retiro a menudo,
es, mas bien, como un cebo
para crear este escudo.
No puedo y debo llevarla,
por mi propia protección,
si salgo, es colocarla,
no tendría otra opción.
Es un delirio especial
que siempre me martillea
y lo acepto como tal,
para que otros lo vean.
Un sacrificio constante
que solo a mí, le interesa,
creo que mas adelante,
ya no estaré a ella presa.
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