El elixir de la vida,
que a mieles tiene sabor,
es el bien del buen amor,
es una hoguera encendida.
El mejor de los placeres,
que, muchos, hemos gozado,
quizá, el don mas preciado
que envidian todos lo seres.
Boca a boca, han de libar,
con sus labios, sonrosados,
ardientes, iluminados,
su exquisito paladar.
Rejuvenece el semblante
y quedará almacenado,
ese rictus, endiosado,
de ese sueño, relevante.
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