Quisiera vivir durmiendo,
mientras el virus durara
y olvidar el sufrimiento,
hasta que no despertara.
Como un lapsus silencioso
de ilusión, de bienestar,
de ventura, armonioso,
con un grato espabilar,
sin quedar ningún recuerdo
de ese pasado funesto,
que, sin ello, nada pierdo,
recuperando mi puesto;
el alegre, el divertido,
con deseos de pasear
con elegante vestido,
para, luego, alardear,
en mi lugar preferido:
la misma cafetería
que dio paso a mi albedrío,
rimando lo que quería.
¿Será posible este sueño?
Me regocijo pensando
que volveré a ver al dueño,
leyendo y... desayunando.
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