Me desperté en un terreno
estrecho y muy profundo.
lleno de malea y cieno,
creo que no me confundo.
No podía ni dar un paso,
el miedo me lo impedía,
era tarde, en el ocaso
y la luna se escondía.
Me movía con esfuerzo.
quería llegar a un riachuelo,
pero, de pronto, me tuerzo
y llego a un profundo suelo.
y ya, me sentí dichosa
y emprendí una escalada
mas, la luna prodigiosa,
me alumbró hasta la ensenada.
Allí, tanto yo lloraba,
como nunca había llorado
que el llanto me despertaba,
¡Vaya sueño desastrado!
Entre trastornos y sueños,
me tienen martirizada,
las mentiras son los dueños
de esta vieja tan lanzada
No hay comentarios:
Publicar un comentario