sábado, 14 de febrero de 2015

¡Aquella cala...!

En una cala preciosa,
recóndita, solitaria,
con arboleda, rocosa.
altamente extraordinaria.
Cuando el sol se declinaba,
de placer me adormilé.
El aire, me susurraba
tu nombre y así empecé
a recordar nuestras cuitas,
al amparo de los vientos,
de las olas, nuestras citas,
para nosotros, eventos.
Eran sencillas, normales,
honestas, entretenidas,
pero, siempre, magistrales
y, con agrado, seguidas.
Tú esperabas mi presencia,
yo, la tuya esperaba.
Nuestra charla, era la esencia,
que, a los oídos, sonaba
a música celestial.
Nuestro suelo era la arena,
su entorno, excepcional,
con la mar brava o serena.
Envueltos, completamente,
en un ambiente admirable,
sin atascos de la gente,
nuestra paz, era envidiable.
El alma se dignifica,
ante tamaña experiencia.
Su sencillez, nos indica:
que no hubo leyes, ni ciencia.
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La he compuesto hoy,
día de S. Valentin.
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 .

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