Las horas, los minutos, los segundos,
el tiempo, en realidad,
no cuentan en mi vida entristecida,
llena de soledad.
A partir de una fecha, desgraciada,
que en mí grabada está,
el tiempo va pasando, lentamente,
con regularidad,
sin altibajos, acompasadamente,
con gran pasividad.
No me inmutan ni el alma, ni el semblante,
su lento caminar.
Quisiera un nuevo ritmo, apresurado,
con más celeridad,
para poder andar lo que me queda,
en poco tiempo ya.
¡Sin ilusión, la vida se convierte:
en esterilidad!
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