Los años, los minutos, los instantes,
pasan en nuestras vidas, lentamente,
se introducen y engrandecen la mente,
con un valor supremo, relevante.
Al principio, al momento iniciante,
nos son almacenados sabiamente,
cada cual en su sitio, en su ambiente,
en ciclo acelerado y constante.
Lo que se construyó durante años,
paulatinamente, se va borrando,
en plena madurez, no hay engaños.
Los nuevos, seguimos almacenando,
con fluidez, repartidos en escaños
y, con premura, se van olvidando.
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Este soneto, lo he compuesto hoy.
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