Algo, punzante, me hiere.
Es un gesto, displicente,
de desamor, que difiere,
del que esperaba, placiente.
Se me ha clavado en el alma,
como una aguja punzante,
que ha arrebatado mi calma,
a todas horas, constante.
Su mirada, despectiva,
la recuerdo, sin cesar,
con odio, incomprensiva,
sin motivo, a mi pesar.
Me ha herido, muy hondamente,
porque no existe motivo,
según razona mi mente,
para ser tan ofensivo.
No lo voy a despreciar.
No obstante, mientras yo viva,
creo que no podré olvidar
su mirada repulsiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario