Siempre, fue merecedora,
de mi entrega, de mi amor,
de su amparo, acreedora,
de su luz, de su color.
La estrategia de la luna,
con su halo, me hechizó,
mágica como ninguna,
su esplendor, me embelesó.
A su amparo, he vivido,
siempre, en su contemplación,
en sueño, ha convertido
mi entrega y dedicación.
¿Quien no ha sabido temblar,
en una noche serena,
inmersa en su titilar,
viendo el mar, sobre la arena?
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