y, a la reja, no acudiste,
con desconsuelo, lloré,
porque tu cita incumpliste.
Si no me quieres, ¡por qué
alimentas mi ilusión?
Sabes bien, que te entregué
mi amor, con la condición,
de que tú, también, me amases,
como, siempre, has afirmado.
No creí que desertases,
que dieras por acabado
nuestro lazo, a la sazón.
Con tu silencio, has hablado
y llego a la conclusión:
de que poco me has amado.
Si es así, gracias te doy,
por haberme descubierto
la realidad y, desde hoy,
cerraré lo que había abierto:
mi pasión, mis ilusiones.
Con tu desprecio, aprendí
a evitar sufrir así.
a medir mis ilusiones.
![]() |
No hay comentarios:
Publicar un comentario