jueves, 2 de octubre de 2014

Herida.

Sufrí, porque sufrías.
Sufrí, porque ignorabas
que yo, también, sufría,
quizá, porque no amabas,
como yo presumía.
Para ti, solamente,
tu pena dominaba,
por completo, tu mente.
Mi imagen, si es que estaba,
permanecía latente.
Solamente, fue un día
de angustia e incertidumbre,
después, todo seguía
el ritmo de costumbre
y acabó la agonía.
Comprendí tu actuación,
una vez serenada
y entrada en reflexión,
pero, mi alma, callada,
halló motivación,
para abrir una herida,
que oculta en su interior
y que, quizá, enseguida,
depende de tu amor,
acabará extinguida.

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