Yo tendría pena de mi,
cuando me viera perdida,
por los reveses, vencida,
como, antaño, yo me vi.
Recuerdo, que contenía
las lágrimas, con frecuencia
y, otras veces, con vehemencia,
en llanto yo prorrumpía.
Porque vivía, saturada
de dolor y de pesares,
debido a los avatares,
de los que estaba cansada.
Aquel tiempo, ya pasó.
Por suerte, ha quedado atrás.
¡Ojalá, no vuelva más!
pues mi vida entorpeció.
No hay bien, ni mal, que perdure,
cien años, dice el refrán.
Si, alternos, se nos darán,
aunque nadie los augure.
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