envuelta en sus brumas, dulcemente,
qué delicia es entrar en ese ambiente,
distinto del que vivo: ¡tan sereno...!
Es un edén, totalmente ajeno,
al ruido, a los delirios de la gente.
Todo es paz, es amor, en este frente.
Aquí, a la maldad, le ponen freno.
No quisiera salir de este regazo,
viviendo en esta infinita paz,
anidando, con un exterior lazo
Eterno en el amor y ser capaz,
de enseñar a vivir, en un abrazo,
en este delicioso navegar.
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Hoy, he compuesto este soneto.

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