sábado, 7 de diciembre de 2013

Belleza

Mi sensibilidad se ha enardecido,
al contemplar el mar y su belleza,
toda su inmensidad y su grandeza,
en una enorme paz me han inhibido.

El vaivén de las olas, su sonido,
privilegio de la naturaleza,
martillean, suavemente, mi cabeza
y no quiero sentir más que ese ruido.

Ya, alejada de todo lo demás,
me siento fuerte y reconfortada,
no quisiera, ni puedo, pedir más.

Soy feliz y me siento relajada,
como, acaso, no lo estuve jamás.
De energía, positiva, estoy cargada.

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