martes, 10 de diciembre de 2013

Desamparo.

¿Acaso, me merezco lo que  soy,
respirar este polvo, este ambiente,
estar triste y llorar constantemente,
no saber lo que fui, ni a donde voy?

Por mucho que reciba, yo más doy;
si entrego el corazón ardiente,
si me agobia el sufrir de la gente.
¿por qué tan despreciada, siempre, estoy?

¿Me merezco el trato que recibo,
tan brusco, tan violento y despiadado?
Sólo crueldad y desamor percibo.

Acaso, Dios me haya desamparado,
pues, de otra manera, no concibo,
el pago que, a mis desvelos, han dado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario